Ni lo cortés quita lo valiente.

Ni lo honorable la brutalidad…

¿Saben? Hay muchas vainas que me arrechan, soy un carajo iracundo, de a nada me arrecho. No soy camorrero, pero si iracundo. Conservador casi llegando al nazismo. Es una característica mía, que aunado a mi liberalismo y mis ideas más que radicales, irracionales sobre mundos mejores y pendejadas tipicas de la juventud, hacen que mis pensamientos sean una ensalada de frutas de teóricos políticos, músicos, filósofos y un largo etc.

Pero, hay algo que ni por más coñoemadre, falta de respeto, “Rebelde.” O asocial que sea se me quita.

El respeto a los Ancianos.

¿Por qué? Simple, soy coñoemadre con todo el mundo. Pero con los viejitos soy la Madre teresa de Calcuta, San Juan de Dios y el Papa Juan Pablo II. Los respeto mucho, he aprendido mucho de todos los ancianos y ancianas que he conocido, y he aprendido a tenerle aprecio a cualquier viejito, no importa que 30 años atrás haya sido un homicida ladrón de bancos.

Hoy mismo, probé ese punto.

Saliendo temprano de la universidad. (7: 50 am) me decidí irme a la casa, con intenciones de llegar temprano y ponerme a adelantar unas vainas de la uni. Agarro mi busetica, me bajo a una cuadra de una plaza. Escuchando Flogging molly en el teléfono, con una franela blanca, jeans, zapatos Skater, y una camisa ocre a cuadros. Tranquilito, un universitario promedio. Cuando llego a la plaza se me pasó por la cabeza ir a comprar un café. Compro el café, averiguo el precio de una Metal hammer y me voy a esperar el bus. Mi sorpresa es que cuando camino, veo sentados en uno de los bancos de la plaza a unos niños estudiantes de bachillerato. No llegarán más allá de los 15 años y eran 4. Del mismo liceo donde me hize bachiller. Eso no seria lo que me sorprendió, me sorprendió que. Cuando yo iba caminando se cae una viejita. De unos 70 años sino eran más y los coñitos de su putisima madre se pusieron a pitarla. La cara que puso la viejita me puso el corazón como una pasa. Fue un pulidor de Zapatos a levantarla, me dio una arrechera bestial. Fui al grupito ese. Me quite los audífonos y me le acerqué al más grandecito y le dije. “¿¡Carajito el coño es que tu no respetas es!? ¡Es una anciana la que se cayó, es para que la ayudes. No para que te burles mal parido!” El carajito me miró con una cara que gritaba rebeldía tierrúa adolescente y me dijo. “Jaja. Usté no es mi papá gordo marico, y si no te gusta echamos coñazos.” Me dije a mi mismo. “Ni mandado a hacer.” Levante al coñito de su madre del asiento y los amigos me miraban con los ojos como un par de platos. Lo tiré al piso y le dije, “Levántate pues que lo que vas a llevar es una rumba de coñazos.” El carajito sobra y basta decir que estaba cagado. Primero con el tamaño que tengo, segundo que con el porte, y tercero que con la ropa que cargaba me veo más musculoso que gordo. El chamito se cuadró y se quedó como 10 segundos sin hacer nada, ya saben. El baile de pelea, los 2 con poses de boxeador pegando brinquitos maricones y vaina. De no haber sido una viejita dejo al carajito ahí, pero no le di chance. Me acerqué y le di una patada al muslo derecho y cayó. Esa patada sonó como la embestida de un toro a una pierna de res colgada. El carajito cayo al piso. Después se levanto bien arrecho y trato de darme un coñazo en la cara, pero no me dejé. Y ahí lo agarré, lo alze y lo tiré al piso. Cuando cayó le di una bofetada con el reverso de la mano. Los amigos no se atrevieron a defenderlo. Cuando estaba en el piso me le acerqué y le dije, "Dile a alguien mamagüevo para que veas como te voy a hacer que te metas la lengua en el culo." Y le dije a sus amiguitos. “Que no los vea por acá mañana porque van a llevar coñazo mío también cuerda de alfeñiques.” Los carajitos se fueron de ahí con su amigo. Le deje sangrando la nariz al coñito con la cachetada que le dí y conociendo las columnas romanas que tengo como piernas, sé que le dejé un hematoma del tamaño de un bistec en la pierna donde llevó el coñazo.

Cuando se estaban yendo me gritaron cobardes por pelear con un carajito más débil que yo. A lo que yo le grité. “¡TE ESTOY DANDO LOS COÑAZOS QUE TU PAPÁ TE DEBIO HABER DADO ANTES DE QUE LO MATARAN LOS NARCOS COÑO DE TU MADRE!” La gente que estaba me miró con muy buenos ojos, y cuando me estaba yendo la viejita se me acercó para darme 20 mil bolos. Pero no se los acepté, simplemente me puse mis audífonos, le pedí la bendición a esa viejita, compré un periódico nacional y me fui a esperar un bus.

La lección acá estimado lector es la siguiente.

Fácilmente, muy, pero muy fácilmente hoy cualquiera se cree el más malote del mundo, cree que el ser mal educado, grosero y vainas así son de pinga. Más aún los carajitos que escuchan Reggaetón y se creen Gangsta. Vaina que me arrecha, y eso es herencia fija de mi mamá es ver a un coñito de madre faltándole el respeto a alguien mayor. Yo mismo he faltado el respeto de profesores, directores, viejos verdes y todo lo que te puedas imaginar. Pero siempre, con la razón de mi lado. Pero, ¿Faltarle el respeto a una anciana que se cayó? Eso va mucho más allá de todos mis principios, eso es algo inconcebible en mi sistema de moral. Hoy, me demostré a mi mismo algo que yo ya sabía. Los modales no quitan lo valiente, y es lo que yo te digo a ti. Sé un coño e madre toda tu vida, jode gente que se lo merezca, y gente que no se lo merezca pero que quieras ver comiendo mierda. Haz chistes pesados, haz bromas sobre la hambruna. Queda a tu decisión, pero si se te presenta la oportunidad de hacer una buena acción. Hazla, porque esas mariqueras le devuelven la fe en la humanidad a alguien, tal vez a la persona a la que le hiciste esa buena acción, o a una persona que lo vio. No importa, no seas bueno por temor a ir al infierno, es más. Sino quieres hacer nada bueno por el mundo. Perfecto, no lo hagas. Pero evita siempre que le hagan cosas malas a gente que no lo merece. Y menos a un anciano, porque como dije arriba. Ni lo cortés quita lo valiente, ni lo honorable la brutalidad.

UPDATE!

Por primera vez en casi 2 años me decidí joderle la vida a alguien, esas victimas obviamente fueron los carajitos esos. Hoy, cuando salí de la universidad fui a la misma plaza, pero no estaban. Mientras veía a mi alrededor se me ocurrió una idea descabellada, cantinflescamente maquiavélica, tétricamente peligrosa pero obviamente brutal. Fui al liceo a hablar con la directora, lo cual parecería algo totalmente inocente. Pero no es así si tomamos en cuenta que la directora me odia porque mis 3 años en ese liceo volví canosos a los profesores, me expulsaban 3 veces por año. (Me gustaba estar al margen de la ley. >:) ) Le dije puta a la subdirectora, jodia a los niños más pequeños, retaba a los profesores y cosas así. Todo un dolor de culo para esos profesores, muchas son las razones para que la directora me odiara.

Bueno, caminé las 3 cuadras para llegar al liceo y lo primero que hago es dirigirme a la dirección con cara de perro arrepentido, un bolígrafo en el bolsillo, una camisita a cuadros y un cuaderno forrado en piel que hacia juego con la constitución y el código civil. Parecía un niño bueno arrepentido, muy, muy arrepentido. Cuando entro la secretaria que si me tenia bastante cariño me saluda con un abrazo y me pregunta si quería café, le dije con cara triste que quería hablar con la directora para confesarle algo. Ella me miró con su anciana cara y se quitó los lentes. Se acercó a mi y me dice. “¿Qué tienes papá?” yo le digo. “Señora Carmen, tengo que hablar con la profesora. Me siento muy, pero muy mal por lo que hice.” Ella me hizo sentarme y fue a buscarla. A los 5 minutos la profesora con cara de perro, bulldozer, culo y peo me dice con su voz repugnante. “¿Qué quiere usted acá Lugo? Usted no es ya nuestra responsabilidad, retírese que soy una mujer muy ocupada.” Le dije. “Profesora, golpee ayer a un estudiante y vengo a pedirle disculpas al muchacho, a pedirle disculpas a usted y a que llame a mi mamá. No quiero seguir siendo mal muchacho.” La profesora visiblemente molesta dice. “¿A quien golpeo ahora Señor Lugo?.” “A un estudiante, creo que de 9no. ¿Podría ir al Salón a pedirle disculpas públicamente?” Ella me dijo. “Bueno, venga rápido y se retira. Que ya llamaremos a su mamá.” Caminamos por el pasillo oscuro y salimos hasta el pasillo, donde podiamos ver los Salones y la cancha. Caminamos un poco más por los pasillos y en ese momento me pongo los lentes oscuros. Sabía lo que iba a hacer y tenia mi cara de guerra puesta, pero no me dejaba ver de los demás estudiantes que pasaban por ahí. Alcancé a ver unos alumnos de camisa marrón. (Los más grandes de un liceo en el sistema educativo Venezolano.) Que si me recordaban, ya que en ese liceo fui leyenda. Solo los más viejos me recuerdan, para los jóvenes solo era un mechudo raro con lentes que iba escoltado por la directora a nadie sabe donde. Llegamos al salón que resultó ser el final. La profesora voltea y me mira con lentes y dice. “Quítese esos lentes Lugo que acá no es academia de modelaje ni estudio de Hollywood para andar cargando esas aberraciones de plástico.” Me los quito, visiblemente apenado y asomo la cabeza por el salón. Me iluminé por dentro ya que sabia que mis planes no se habían frustrado, voltee y con cara triste le dije a la profesora. “Profe, disculpe, no es acá. Acá no esta el muchacho, debe ser el otro salón.” Ella me condujo al siguiente salón y durante el camino me puse los lentes. Cuando llegamos no le di tiempo de que me dijera nada, me asomé y vi al carajito con sus amigos al final del salón, el profesor que estaba dando clases de castellano me hizo un ademán de saludo y yo se lo devolví. La profesora Francis me vuelve a decir que me quite los lentes pero no le hago caso, me pregunta si ese era el salón y le dije que sí. Ella entra al salón y dice. “Buenos días jóvenes, acá el Señor Lugo tiene algo que decirle a…” Voltea y me mira. “¿A quién le va a pedir disculpas?” Yo sonriendo con una sonrisa tan macabra como la de Quentin Tarantino en la portada del DVD de Reservoir Dogs.

Señalo al muchacho, el ya me había visto pasar. Con ropa casi idéntica a la del día anterior, tenia mucho miedo en su rostro. Se le notaba a kilómetros. Cuando el se levanta camino hacia donde está el. Extrañamente la directora no dijo nada cuando caminé. Me puse al frente de manera tal de intimidarlo lo más posible con mi estatura. Estaba un poco nervioso por ese acercamiento ya que no sabia que podía pasar, podía correr la directora a quitarme de ahí y frustrar lo que tenia en la cabeza hacer. Podía el muchacho romper con el silencio intimidante, podía caerse un cuaderno de un pupitre y cagarme toda la atmosfera tan delicadamente planificada que tenia. Pero no pasó nada, estaba en estado de éxtasis no sabia como iba a explotar. Sabia que tenia que hacer pero no sabia como, estaba sudando balas y cagando bombas. Mi cerebro me ardía, mi boca salivó, mis puños se apretaron. Hasta que luego de 5 segundos que parecieron eones, esbocé una sonrisa leve y murmuré. “Diles lo que pasó ayer o termino lo que empecé ayer.” El muchacho no sabia que responder, se quedó tartamudo. Hasta que voltee y le dije a la directora. “Profesora Francis, esta piltrafa degenerada que exuda menstruación se burló y llego a insultar a una anciana que se cayó. No la ayudó, se burló. Y a todos los mocosos que están acá se los digo, tienen como compañerito a un pedacito inútil de mierda que se mofa de la vejez.” Volteo hacia donde está el, y lo miro y lo señalo. “Por carajitos como tu es que este mundo se esta yendo a la mierda. ¿Dónde está tu Dios ahora?” La directora me gritó. “’¡LUGO! ¿QUÉ TIPO DE LENGUAJE ES ESE?” “¡Uno que debió usar hace mucho tiempo profesora, cuando yo estudiaba acá expulsaban a cualquiera que irrespetase a un mayor fuera de clase. Y exijo que a esta tufancina de peo de camionero se le expulse. Y también a sus amigotes, porque estaban con el mismo plan.” La profesora me corrió del liceo y me fui riendo. Pero ese no fue el final de la historia.

A las 11 cuando llegué a mi casa mi mamá me llamó de su trabajo y me dijo que la profesora Francis la había llamado y le dijo que yo protagonice una escenita en un salón de clases, que dije un montón de aberraciones y vainas así. Cuando me termino de regañar le dije desde el teléfono con voz seca y casi ronca. “¿No te dijo por qué?” y luego añadí “¿Qué fue de los niños?” sonó una risita mía muy leve por el auricular. Ella inmediatamente me dijo que fueron expulsados. Luego respiró profundo y me pidió que le contara los eventos. Al terminar me dijo lo que siempre dicen las madres, que no use la violencia, que eso no es el camino y pendejadas así. Pero se notaba en su voz esa satisfacción que tienen que hagas lo correcto por todos los medios, me despedí y colgó. Esa fue una venganza llena de satisfacción

La satisfacción de joder a alguien y hacer lo correcto nunca se sintió tan orgasmicamente bien.